Para hacer que gane la vida hay que poner en marcha, de forma urgente, las transformaciones.
De lo contrario, el miedo y la falta de esperanza de la mayoría serán fácilmente instrumentalizados

Para hacer que gane la vida hay que poner en marcha, de forma urgente, las transformaciones.
De lo contrario, el miedo y la falta de esperanza de la mayoría serán fácilmente instrumentalizados
És el moment d’obrir nous espais de debat i reflexió a l’esquerra per repensar les vies emancipadores del futur.
Nos dirigimos hacia la crisis económica y social más fuerte en Occidente desde la segunda guerra mundial. Muchos hemos querido ver el final del neoliberalismo, pero a medida que pasan los días parece que las medidas tomadas para hacer frente a la crisis sanitaria, económica y social se alejan de todo lo que quisiéramos desde sectores de izquierdas y, ni siquiera medidas neokeynesianas serán realmente consideradas.
Resulta difícil predecir el futuro de la Monarquía en un escenario de pandemia intermitente como el que parece haberse abierto. Sin embargo, hay buenas razones para pensar, como Ortega en 1930, que no será sencillo para la dinastía borbónica situarse en una “nueva normalidad” después de su implicación en la degradación política y económica del régimen surgido de su restauración.
En este sentido, en España difícilmente habrá una nación sin naciones, ni soberanía sin soberanías. Sin un pacto plurinacional previo no se podrá enfrentar la capacidad de reformar la Constitución o caminar hacia un nuevo modelo constituyente; sin el reconocimiento de las soberanías no se podrá ejercer así la soberanía.