Resulta difícil predecir el futuro de la Monarquía en un escenario de pandemia intermitente como el que parece haberse abierto. Sin embargo, hay buenas razones para pensar, como Ortega en 1930, que no será sencillo para la dinastía borbónica situarse en una “nueva normalidad” después de su implicación en la degradación política y económica del régimen surgido de su restauración.
